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Redes sociales y botellones

Internet y los SMS no han creado las redes sociales pero sí que han amplificado su efecto hasta límites inimaginables hace unos años. El primer aviso fueron las convocatorias de manifestaciones (supuestamente espontáneas, aunque esto es muy discutible) frente a las sedes del PP tras el 11M, pero estos días estamos presenciando un ejemplo todavía más flagrante: los botellones en las principales ciudades españolas.Es un caso de libro:-Una población (la joven) conectada a Internet casi en un 85% (EGM dixit) y que maneja el móvil como otros aprendimos a programar el reloj digital.-Una sociedad (la española) que concibe su ocio en torno al alcohol, a poder ser lo más barato posible.-Una edad en la que la máxima preocupación no es otra que el ligoteo, que todavía no quiere usar Match.com, Meetic o NosCitamos.com y que concibe estas reuniones masivas como parte del rito del apareamiento (esta frase la he tomado de un ex compañero de curro).Los ingredientes están ahí y el resultado no podía ser otro que la generación espontánea de enormes redes sociales de gente afín que busca lo mismo (es decir, ligar a base de coger puntillos o cosas peores). Ahora sólo falta que las grandes marcas y los partidos políticos sean conscientes de este gigantesco poder; entonces empezaremos a ver en este país fenómenos como MySpace.Los que llevan años advirtiendo de la necesidad de la necesidad de eliminar la brecha digital nunca podrían haberse imaginado que la Sociedad de la Información sería esto. Obviamente, no es más que un aspecto de las sorpresas que las nuevas tecnologías nos van a traer: unos días es el acceso a una enciclopedia universal y libre y otros días es la posibilidad de acceder a una reunión de botelloneros.¡Por cierto! ¿Para cuando un blog sobre el botellón? Aunque ya veo unos cuantos que hablan de ello en los Spaces de MSN.Actualización (14.03.06): Ya hay varios blogs sobre el botellón:-Botellon.infoMacrobotellon.comActualización (15.03.06): Francesc-Marc Alvaro publica un artículo en La Vanguardia en el que propone que los seguidores del botellón creen su propio partido político.