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¿Merece la pena desarrollar una aplicación móvil? ¿Cuánto cuesta?

Aprovechando la puesta en marcha de nuestro ranking de aplicaciones móviles (por ahora, Android y iPhone), hemos redactado una serie de apuntes sobre las ventajas y desventajas de este tipo de productos de software. Y ya de paso, trataremos de responder a una pregunta muy habitual: ¿cuánto cuestan?

Para empezar, creemos que hoy en día es obligatorio estar en el móvil, dado que el porcentaje de accesos desde estos terminales es muy importante. La duda es si es conveniente desarrollar una app o cabe conformarse con una web “responsive” que se ve bien en un celular o tableta.
Estos son los casos en que creemos que merece la pena tener una app:
– Se ha concebido una aplicación que se va a utilizar con cierta periodicidad. Esto es casi un requerimiento general.
– Se quiere ofrecer un servicio por el que se pretende cobrar un dinero. Las apps ofrecen muchas ventajas a la hora de cobrar al usuario y se da por hecho que las mejores suelen ser de pago.
– Queremos estar seguros de que el usuario es quien dice ser sin necesidad de certificados digitales y demás historias. Una app tiene la ventaja de que va asociada a un número e incluso una cuenta de Google/Apple, con lo que es fácil trazar a un usuario una vez que se ha identificado correctamente en una primera ocasión. Es perfecto por tanto para banca y para administración online.
– Se ha desarrollado un servicio en el que la comunicación juega un papel esencial, sea mediante mensajes en diferido (email) o en vivo (chat). No en vano, entre las principales apps figuran los WhatsApp, Facebook, Twitter o Gmail.
– Nuestro servicio se basa en gran medida en la geolocalización del usuario. Es cierto que html5 permite geolocalizar pero es mucho más farragoso que hacerlo directamente en una app. Este es el caso de apps tipo FourSquare.
– Cuando ofrecemos un servicio público que requiere cierta usabilidad para el usuario. Me refiero a la consulta y compraventa de billetes de tren o autobús y servicios de ese estilo.
– Pretendemos que el usuario se motive con herramientas tipo juego que le permiten ir ganando puntos. Este punto está muy relacionado con el primero.
¿Y cuánto cuesta una app? Son caras, porque todavía no hay tantos programadores/agencias que dominen este campo. Así como se puede conseguir una web decente por 1.000 euros, es raro que una aplicación móvil cueste menos de 3.000 euros. Además, hay que prever gastos adicionales para conectar la base de datos de la web con la app, cuando no para adaptarla por ejemplo a las exigencias de un GPS o de idioma.
Pero a partir de ahí los precios se pueden disparar. Una aplicación para un banco, por ejemplo, puede perfectamente llegar a costar 150.000 euros. No porque haya que diseñar mucho (esto suele suponer el 30% del coste total), sino porque se debe invertir en seguridad y la usabilidad debe ser absoluta. Un usuario de móvil no tiene que pasar por muchas páginas para llegar a su destino y los menús deben ser los mínimos indispensables.
Y puestos a buscar apps caras, la palma se la llevan las de juegos, que combinan imágenes y vídeo 3D e incluso realidad aumentada. Es el caso de “Real Racing GTI”, desarrollada por una agencia para el lanzamiento del último Volkswagen GTI en EE.UU., con un coste de casi 400.000 euros. Y eso que solo es para iPhone.
Sea como fuere, lo más importante de todo es la comunicación posterior del proyecto, para conseguir captar el máximo posible de usuarios y que estos no la instalen y se olviden de ella para siempre. En este punto hay que cuidar especialmente las valoraciones y los rankings y aquí sí que se pueden disparar los presupuestos hasta el infinito. No hay que olvidar que el clic se paga más caro en el móvil que en Google.