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La era Skype

El éxito del software de colaboración (uno de los vértices del software social) está muy íntimamente relacionado con la generalización de programas como Skype, que han puesto la multiconferencia (y muy pronto también la multivideoconferencia) al alcance de todos. Utilizando tecnologías IP, las mismas que por su estandarización y gratuidad, explican el triunfo de la propia Internet, los autores de Skype han conseguido que muchos instalemos un programa más que pone el teléfono en nuestro ordenador.

Y eso que de telefonía IP se venía hablando desde hacía mucho tiempo. Técnicamente era posible desde 1997, pero la complejidad de los dispositivos y cierta latencia en el tráfico de paquetes, convertían a la experiencia en un auténtico sufrimiento. Hasta que a finales de 2003 llegó Skype, que funciona tan bien y es tan fácil de manejar que algunos llegan incluso a preferirlo sobre la telefonía tradicional.
Influidos por este modelo, empiezan a surgir numerosos programas diseñados para que personas distantes puedan no sólo comunicarse sino también trabajar conjuntamente. El más popular de todos es Macromedia Breeze, que se emplea fundamentalmente para e-learning y que tiene la gran ventaja de que no exige instalar ningún software añadido, salvo el ya extendido Flash.
Y al hilo de esta ‘era Skype’ aparecen nuevas aplicaciones como Ninjam, un proyecto para que los músicos puedan practicar conjuntamente, aunque les separen miles de kilómetros. A ellos no les vale Skype, que está diseñado para la voz humana, y por eso los artistas recurren a una especie de Real Audio para compositores, donde la gran dificultad es sincronizar señales procedentes de distintos ordenadores. Su creador es nada más y nada menos que Justin Frankel, el mismo que diseñó Winamp, el reproductor de MP3 más extendido.