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El difícil negocio de la prensa escrita

Los medios de comunicación escritos están muy preocupados. Más aún fuera de España, donde llama la atención el elevado volumen de las pérdidas del New York Times. El caso es que la publicidad que gestionan está cayendo y tampoco parece que en Internet vayan a recuperar una parte de esos ingresos. Mantienen, eso sí, el control de la información y la influencia, pero cada día es más difícil sacarle dinero a esa posición de intermediarios informativos.

  

Hubo un tiempo en que los medios escritos eran el principal soporte publicitario. Fueron capaces de convivir con la televisión y la radio. Pero lo que cada día ofrece más dudas es que vayan a poder hacerlo con Internet, donde hay un sinfín de fuentes con costes inferiores. Los bloggers están descolocando a los medios, que ven cómo se multiplican los emisores de información.

Y no sólo los bloggers. Un caso que me parece muy interesante es el de Idealista. Es una web que intermedia entre compradores y vendedores de pisos, pero también una de las mejores fuentes de información sobre el mercado inmobiliario. Agrega y genera mucho contenido y, para mí, se ha convertido en el medio de referencia para conocer la evolución de este sector. La prensa escrita se ha visto superada en éste y en otros frentes más o menos especializados.

A mi juicio, sólo mantiene el control de cuatro ámbitos en los que bloggers y medios exclusivamente online todavía no han irrumpido con claridad: la información local, la rosa (en España, que no en EE.UU.), la política y el periodismo de investigación. Los dos últimos están relativamente ligados y son los que generan influencia, mientras que los dos primeros los perderán en no demasiado tiempo, ya que las manadas de bloggers ofrecen muchas ventajas.

El periodismo político y el de investigación, que son precisamente los dos que exigen mayor dedicación y profesionalidad, seguirán siendo coto privado de la prensa escrita (y sus versiones online). El problema es que esto cada día genera menor rentabilidad. Hubo un tiempo en que mediar entre ciudadanos y políticos suponía un negocio jugoso, en la medida en que estos medios monopolizaban la atención de la sociedad. Pero este monopolio ha desaparecido y con él los beneficios de las empresas periodísticas.

Digamos que el mercado se ha liberalizado, hasta el punto de que cada día hay más gente que duda que la prensa escrita sea capaz de generar suficientes ingresos para pagar a los periodistas que investigan y cubren la política. El cuarto poder es cada día menos rentable. Y sin embargo, es imprescindible para mantener la salud de la democracia, así que ya hay quien se plantea si no será preciso pagar esta labor desde la Administración pública.

Es decir, que puede que llegue el día en que el periodismo de investigación sea una labor financiada con los presupuestos públicos. Como hoy lo son, por ejemplo, las ONG. En Francia esto ya es, parcialmente, así. La prensa nacional sobrevive gracias a las subvenciones públicas. En España también lo es, aunque sólo para los canales de televisión públicos y algunos medios en lenguas minoritarias, como Berria o Avui.

También es verdad que la Administración está desviando indirectamente fondos hacia la prensa escrita (que no la online) a través de ciertas regulaciones que imponen la obligación de anunciarse en los periódicos de mayor difusión. Esto es así para determinadas operaciones societarias y comunicaciones oficiales, que deben aparecer publicadas "en los diarios de mayor tirada". Son claramente subvenciones encubiertas.

¿Qué podemos hacer? Creo que debemos mantener a los periodistas de investigación y política. Si las empresas no pueden hacerlo, habrá que intervenir desde la Administración para proveer los fondos necesarios, pero sin interferir en la libertad de información. Y ese equilibrio es muy complejo y exigirá la reforma de todo nuestro sistema institucional, basado en los famosos tres poderes. Pero será mucho más saludable y sostenible a largo plazo que el modelo que defienden algunos confidenciales: publicidad a cambio de protección informativa.

Y en cualquier caso, esta restructuración de la prensa escrita va a tener que ir de la mano de los cambios que nos va a traer la Política 2.0. Si los ciudadanos van a tener cada día más herramientas para relacionarse con los políticos que les representan y para tomar decisiones directamente, el papel de intermediación de los periodistas deberá reducirse y probablemente reorientarse mucho más a lo que es una labor de navegación, animación y sintetización que a una de asistencia física a debates en el Congreso.