Hoy he recurrido, por primera vez en mi vida, a Pepecar para alquilar un coche. Me ha cautivado lo fácil que es y el precio final (22 euros, por unas horas), hasta el punto de que ahora me planteo si merece la pena tener coche propio. En algunas grandes ciudades, creo que no.

Pepecar, que pertenece a Globalia (los de Halcón Viajes y Air Europa) aprovecha muy bien la tecnología para ofrecer un producto adaptado a clientes preocupados por el precio, que al parecer en España son la mayoría. Se trata de subir o bajar las tarifas en función de la demanda que haya para cada día e incluso hora. Exactamente la misma técnica que emplean las aerolíneas y que tanto ha permitido desarrollar el comercio electrónico de viajes.

Hoy por ejemplo casi no había nadie alquilando coches, así que me ha salido por cuatro perras. En las zonas turísticas las diferencias de precio son más espectaculares si cabe. Y es que Pepecar tiene el coche aparcado y le sale más rentable alquilártelo por unos euros que no utilizarlo. Esta obviedad, sin embargo, no ha llegado todavía a Renfe, que vende los billetes del AVE al mismo precio con independencia de la demanda que haya.

Antes de que existieran la informática e Internet reclutar a todos esos compradores de última hora y calcular la demanda por días era prácticamente imposible. Ahora podemos acceder así a billetes de avión más baratos, coches de alquiler más económicos y, muy pronto, artículos como las entradas de cine o los helados (¿por qué pagarlos igual en invierno que en verano?).