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La innovación exige generar redes sociales de investigadores, empresas y financiadores

Lo dice un proyecto de ley presentado esta semana en la Asamblea francesa por el diputado Christian Blanc: "En el siglo XXI, el conocimiento es la materia prima más preciosa. La función de los poderes públicos debe ser, por tanto, la creación de las condiciones necesarias para que los conocimientos de multipliquen e irrigen todo el territorio y la economía".

El proyecto explica que la economía francesa ha dejado de crecer porque la competencia extranjera ahoga el sistema industrial tradicional. Por eso, para seguir jugando un papel importante en el mundo, Francia debe innovar más. Y eso exige que grandes y pequeñas empresas, pymes, universidades e instituciones cooperen y colaboren.
De ese trabajo conjunto pueden surgir clusters regionales de industrias concretas, como ya ocurre en Boston (biotecnología), el Silicon Valley (tecnologías de la información y la comunicación), Australia (vino), norte de Italia (moda) o Londres (finanzas). Blanc cita también los casos de Cataluña, Baviera y Escandinavia, donde las instituciones han sabido crear el caldo de cultivo necesario para generar clusters.
De ahí extrae tres recetas indispensables:

  • 1. Descentralizaciónç
  • 2. Reestructurar las universidades para convertirlas en centros de investigación
  • 3. Modernizar el sistema de I+D

Lo malo es que, como suele suceder en Francia, se combate un exceso de burocratización con una ley y hasta un Ministerio de la Innovación, que no es más que una forma de ahondar más en las mismas heridas. Quizás creando más herramientas (encuentros, redes online, etc.) se podría obtener más colaboración y a la larga más innovación.
Precisamente de este tema hablaba el domingo Ramón en Reflexiones Inseguras. Ramón se remonta a Porter y sus clusters, que fueron especialmente aplicados en Euskadi en tiempos del consejero Jon Azua, para recordar esta teoría de que la generación de redes regionales es el origen de la innovación y de la difusión del conocimiento.
Y concluye que la valoración tradicional de la innovación en base a patentes presentadas, personal investigador o industrias de alta tecnología debe ser modificada porque lo que realmente es fundamental son las relaciones, las redes sociales. "¿Qué hay que hacer para generar las estructuras de relaciones entre personas y empresas que generen el máximo de innovación en el mínimo tiempo?", se pregunta. Por cierto, Ramón trabaja en el proyecto e-Catalunya, del que ya hablamos el otro día. Nosotros en Alianzo estamos trabajando en Elkarnet, que va por la misma onda.