En los últimos días he tenido dos interesantes conversaciones sobre políticos y redes sociales con la líder de UPyD, Rosa Díez, y con los asesores Yuri Morejón e Iker Merodio. Y creo que de estas tres charlas, a cada cual más interesante, se pueden extraer toda una serie de consejos para los partidos.

¿Debe mantener el político su blog?
Sí, pero no es necesario que lo haga siempre. Puede alimentarlo puntualmente alguien de su equipo. Pero se nota mucho cuando un blog no lo mantiene el político que teóricamente lo protagoniza. Sobre todo, porque se suele convertir en una simple crónica de cosas que hace, sin profundizar en ideología. Un blog es ante todo, un lugar para el debate sobre ideas y puntos de vista. Cuando se transforma en algo superficial, normalmente se parece más a una pancarta electoral.
¿Y el twitter?
Aquí hay más confusión. Lo lógico sería que lo gestionara el político, pero como es mucho más superficial que un blog y es un medio más de comunicación cruzada que de exposición ideológica, hay muchos casos en que lo puede hacer perfectamente un miembro de su equipo. El caso ejemplar es el de Barack Obama, que ha confesado más de una vez no ser él quien tuitea, o de Esperanza Aguirre, que admite que es su equipo quien lo hace (“bienvenido a mi twitter (y al de mi equipo))”. En el caso de Rosa Díez, el error fue decir que era ella quien lo hacía. Ahora lo reconoce y, de hecho, no ha vuelto a tuitear.
¿Y en Facebook o Tuenti?
Aquí hay que diferenciar entre perfil personal y página de fans. El perfil personal debe mantenerlo y actualizarlo el propio político, como hace por ejemplo Rosa Díez. Es algo muy personal. La página, sin embargo, es lógico que no la gestione él mismo, porque supone un trabajo encomiable de actualización y de respuestas a las inquietudes de los ciudadanos. En este caso, el ejemplo puede ser Iñigo Urkullu, el presidente del PNV, que tiene página en Facebook, que no mantiene él, pero no tiene perfil personal.