El concepto de lo 2.0 está muy relacionado con la innovación, en la medida en que innovar exige colaborar y abrirse hacia dentro y hacia fuera. Y están surgiendo herramientas que facilitan esta labor al poner en contacto a posibles innovadores (normalmente clientes o científicos) con organizaciones que necesitan generar nuevos productos o servicios. Estos días se habla mucho de una de ellas, Kluster, presentada en el TED en Monterrey (California).
Se trata de una red social de innovadores, de "personas capaces de generar ideas, productos y diseños", en palabras de Business Week. Pero no trabajarán gratis. Cuando una empresa necesite innovar, recurrirá a Kluster, cuyos miembros podrán aportar sugerencias. Las mejores, es decir, las más votadas, recibirán watts, una moneda virtual, que luego se pueden canjear por merchandising de las compañías o, incluso, por dinero si la aportación es finalmente escogida.
El sistema es muy similar al del karma de Menéame. El que aporta la mejor idea gana más puntos y lo mismo sucede con el que vota a las propuestas que finalmente reciben mayor aprobación. El karma funciona bastante bien en Menéame, donde no se puede canjear, pero tengo mis dudas de que vaya a funcionar igual en un entorno más económico.
Las dos únicas empresas que han conseguido rentabilizar este poder de las masas (el crowdsourcing) son Google y Amazon (y los que les han copiado) y lo han hecho sin que sus usarios se den cuenta. Google saca partido a los enlaces que todos ponemos en nuestras webs para mejorar su producto y Amazon hace lo propio aprendiendo de lo que compramos en su web para recomendarnos mejores productos.
Nosotros hacemos lo propio con el ranking de blogs, que no deja de ser un sistema de recomendación de los mejores blogs de cada país, región, tema o etiqueta. Pero, una vez más, lo hacemos utilizando datos objetivos, no votos de usuarios. Si hiciéramos esto último, como pretende Kluster, creo que la picardía acabaría con el sistema.
En cualquier caso, Kluster no es algo tan novedoso. El proyecto más conocido de este tipo es Innocentive, un sistema de outsourcing de la innovación que al parecer se utiliza bastante en Procter&Gamble y en Eli Lilly. También existen Cambrian House (el nombre viene de la explosión cámbrica) y el IdeaStorm de Dell y se están gestando muchas más, como CrowdSpirit, Ideablob y uno que quiere poner en marcha IBM a partir de Many Eyes y de ThinkPlace (interno).
Eso sí, o bien son redes cerradas muy meritocráticas o bien no pagan nada más allá del mérito que puede suponer haber hecho la mejor participación. Una excepción es Wilogo, que genera concursos entre diseñadores para crear logotipos. El ganador se lleva dinero. Algo parecido se ha hecho en ciertas ocasiones a través de Internet para productos de lo más variopintos. Un caso curioso fue el de Fluevlog, una tienda online de zapatos que hizo un concurso de diseño de calzado en el que los propios usuarios valoraban las diversas sugerencias.
En Innocentive sí se paga dinero:
«Solution seeking organizations provide significant financial awards, typically between $10,000 to $100,000»
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