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Mi frustración con la Política 2.0

Hace un par de años redacté en castellano unos principios de la Política 2.0 que han dado muchas vueltas y que creo que siguen plenamente en vigor. Sin embargo, en España la Política 2.0 sigue siendo una auténtica utopía. Los políticos sólo emplean blogs y redes sociales en la medida en que les pueda venir bien para ganar más votos. Y creo que o cambian o van a aparecer partidos nuevos que se adapten mejor a las nuevas circunstancias y que fulminen a los actuales, tal y como está ocurriendo en EE.UU. con Barack Obama.

  

Por eso me ha encantado el artículo que publica hoy El País de Antoni Gutiérrez-Rubí bajo el título del "nacimiento del ciberactivismo político". El es también muy crítico con la realidad española y aboga por un cambio semántico: dejar de usar la palabra "cibermilitante" y empezar a hablar de "socios". Es decir, en una sociedad que funciona de verdad como una red, en la que las relaciones entre las personas son infinitas e incontrolables, no tiene sentido mantener la estructura jerárquica ni las batallas propagandísticas que tradicionalmente han caracterizado a los partidos.

Y sin embargo, la mayor parte de los políticos siguen creyendo que eso de Política 2.0 (que parece que al menos el término ya les empieza a sonar familiar) consiste en:
– Crear un blog, un wiki o un perfil en twitter y menearlo en filtros sociales de noticias.
Darse de alta en una red social y poner el logotipo en su web para ser el que más amigos tenga.
– Crear un departamento del partido dedicado a Internet y las nuevas tecnologías o un capítulo en el programa electoral.

Pues no. Como bien dice Gutiérrez-Rubí la Política 2.0 lo debe contaminar todo y no es sólo una cuestión tecnológica o de un grupo de frikis (generalmente jóvenes). La Política 2.0 es ante todo una cuestión ideológica. El no lo dice, pero probablemente el primer cambio semántico debería ser abandonar el término Política 2.0 y hablar de Ideología 2.0. Porque estamos ante una ola que deja al margen la tradicional dicotomía izquierda-derecha y que incluye cuestiones tan variopintas somo las siguientes:

– Un alejamiento de los debates ideológicos, aunque todavía hay quien intenta encontrar este tipo de argumentaciones (hoy mismo lo hace El País) con recursos como la cuestión de la jornada de 65 horas semanales.
– Supresión de los derechos de propiedad intelectual y de todas las barreras que limitan la posibilidad de compartir conocimientos. Curiosamente, en este capítulo el PP está más avanzado que el PSOE.  Y esta es una de las cosas en las que más cree el conjunto de la Generación Youtube.
– Transparencia total de la labor pública y, con el tiempo, también de la privada. Terminaremos sabiendo todo de todos, incluidas las declaraciones de la renta.
– Horizontalidad en los procesos de decisión y recursos a métodos cada vez más colaborativos. Cada día se entiende menos que en cuestiones que nos conciernen a todos haya quien tenga más poder de decisión. Seguirá habiendo líderes, pero estos vendrán más de la creación colectiva de valor (estilo Craigslist o Microsiervos, en sus primeras etapas) que de la imposición. Confiamos mucho más en la inteligencia colectiva que en la individual.

Gutiérrez-Rubí lo expresa muy bien: "En la red sólo se reconoce la autoridad, no la jerarquía. Mejor las causas que los dogmas". Y esto es un cambio total de paradigma. El que no lo quiera ver, que siga ciego. Lo malo es que tendremos que tener mucha más paciencia que en otros sectores. La empresa, los medios de comunicaciones, las ONG… ya están cambiando. Los políticos españoles siguen viviendo en otro mundo, con contadas excepciones.