La libertad de expresión y acción que lleva asociada la Web 2.0 ha generado un sinfín de nuevas oportunidades para personas con ganas de aprender y de emprender. Sin embargo, todo esto también tiene un lado profundamente negativo, normalmente relacionado con el mal uso que se puede hacer de estas nuevas herramientas.

Me refiero a fenómenos como el fraude, la usurpación de identidades o los infundios. Necesitamos nuevas herramientas para controlar a los sinvergüenzas, pero mientras tanto estoy convencido de que es el Estado, a través de las leyes, el que debe intervenir. Es lo que se están planteando en Corea tras detectarse una oleada de suicidios relacionados con infundios y difamaciones en blogs, foros y otras webs participativas.

El caso más llamativo es el de los actores Ahn Jae-Hwan y Chi Jin-Shil, que se suicidaron recientemente tras leer en Internet varias páginas que les ponían en evidencia. Y eso que la CMT coreana ya obliga a todas las webs que tienen más de 300.000 visitas mensuales a controlar la identidad de todos sus comentaristas a través del número de seguridad social.

Sinceramente, al ritmo que van las cosas, pronto tendremos que hacer algo parecido en España. Estas serían algunas de las medidas a implantar:

– Se deberían permitir comentarios anónimos de manera pública, pero el proveedor de la web debería ser capaz de identificar siempre la IP del comentarista. Esto ya se hace en casi todas las webs.

– Se debería promover el desarrollo de herramientas que, basadas en una especie de karma, permitan identificar la "credibilidad" de los internautas cuando participen activamente en la Red. Esto, por cierto, es una gran oportunidad de negocio.