Con el nacimiento y la posterior eclosión de la revolución 2.0, ahora consolidada, creo que se conformó, al menos en España, una elite bloguera que, por su conocimiento de lo que se estaba gestando, se creyó más lista que nadie y se acabó endiosando. No sé si pertenezco o no a ese grupo (eso ya lo dejo a gusto de cada cuál), pero sí tengo una sensación bastante avanzada de fracaso.
Los blogueros llegamos a creer que podíamos cambiar (para mejorar) el mundo a través de nuestros escritos y de la democratización que herramientas como Twitter han supuesto en la generación de contenidos. Estábamos convencidos de que en Internet se estaba gestando una revolución que iba a modificar las estructuras de la sociedad, empezando por las políticas.
Confíamos en una nueva economía, basada más en lo digital que en la producción convencional, que iba a convertir en oro a los gurús. También estábamos convencidos de que la libertad de la Red iba a impulsar una nueva democracia que estaría liderada por blogueros y tuiteros, los únicos que habían asumido el cambio social y democrático que se estaba produciendo.
¿Pero qué es lo que realmente ha ocurrido? Muy poquito de eso que aventurábamos con nuestra imaginación repleta de bits y que creíamos ver con unas gafas más virtuales que otra cosa. Lo que ha ocurrido es que la sociedad española sí pedía cambios pero que lo hacía en medios más o menos clásicos, como la calle (11M) o la televisión (Podemos).
Me da pena observar que la mayor reivindicación de los gurús del social media es ahora la tasa Google, al margen del blog-trip o de la marca patrocinadora de turno. Los políticos se han hecho tuiteros, sí, pero no ha sucedido al revés. La revolución la hemos visto en directo (y la hemos contado) pero no la hemos protagonizado.
A nivel económico tampoco las cosas han cambiado demasiado. Quizás en Silicon Valley lo vean con otro prisma, pero en nuestro ámbito los social media han servido como mucho para dar más trabajo (y oportunidades) a los hoteles que quieren vigilar los comentarios de sus clientes en webs como Tripadvisor. La economía española sigue basada en las mismas fábricas y en los mismos turistas. Aquí no ha cambiado nada.
Sin ir mas lejos…
Este blog no tiene las líneas de texto justificadas.
Las lineas, por la derecha forman y configuran una sierra.
— Personalmente, me siento incomodo al leerlo, lo leo mal. —
Lo de 3+1 = 4 o 1/4…
¿ No era 1/3 y/o la letra más grande. ?
Como propietario de un blog tengo que decir que como medio de comunicación son una mierda, la gente va a lo simple y hoy en dia es el video. Por eso hay que hacer televisión (aunque sea en Youtube) y no literatura.
No estoy de acuerdo con lo que nos cuentas Jose A del Moral. Los blogs son herramientas más que potentes en lo que a transmisión de información e ideas se refiere y sí modifican comportamientos y forman parte del cambio que se está produciendo en este país. Claro que depende del blog y de lo bien definido que esté. Y no solo los blogs (con sus blogueros), también y sobre todo Twitter (con sus tuiteros).
No sabría especificar cuanto, pero es un porcentaje muy elevado el de información relevante el que podemos ver a traves de la televesión convencional el que sale de Twitter (con enlaces a bitácoras, también). Esto antes no pasaba y es parte esencial del cambio que dices que no se ha producido.
Sí es cierto que ha adquirido gran importancia la tasa de Google, pero considero que eso tiene más relación con el Marketing online que con el Social Media, por mucho que la linea que separa ambos ámbitos de acción sea fina. Se complementan, pero no dependen la una de la otra. Es como la diferencia entre una oferta promocional y una oferta de servicio complemtario: la primera puede vivir por si sola, la segunda depende de un producto o servicio.
Por último, podríamos discutir, con un café, la cantidad de tuiteros que se han hecho políticos pero en lo que si estaremos de acuerdo es en la cantidad de tuiteros que han modificado comportamientos políticos.
Que «el pueblo» (con sus blogueros y tuiteros» tenga la posibilidad de conversar y criticar de manera directa con los responsables tanto políticos como de marcas, a través de herramientas de comunicación, no puede ser malo nunca. Es solo cuestión de tiempo y organización.
Saludos