Si hay algo que distingue la actual etapa de los negocios digitales de la de la pasada burbuja es que las campañas de marketing no son tan costosas. En 2000 cada compañía que lanzaba una web regalaba dinero o productos. Me acuerdo especialmente de Uno-e (creo que me llevé 100 euros por abrir una cuenta) y de Diversia (sólo por registrarte tenías un vale de 30 euros).Así que las empresas se cargaban de costes que, eso sí, maquillaban perfectamente en sus balances como gasto amortizable. Ahora, por lo menos, se emplea el marketing viral para captar enlaces, hacer ruido y darse a conocer. Por el momento, nadie gasta demasiado dinero, así que si la burbuja 2.0 explota, al menos no habrá tantos damnificados.Pero hay que admitir que los regalos y premios son lo más viral que puede haber. Que se lo pregunten si no a la Once, a la Lotería Nacional o, por qué no, a las compañías de telecomunicaciones, que tienen campañas de lanzamiento muy jugosas. Me acuerdo, por ejemplo, lo bien que nos fue en Ya.com cuando ofrecimos, por primera vez en España, ADSL con router y alta gratis.Unos cuantos nos reunimos frente al ordenador para ver cómo llegaban las altas, a decenas por segundo. La web aguantó, pero los que no pudieron resistir la embestida fueron el call center y los sistemas logísticos y de provisión, estos últimos dependientes de Telefónica, que tampoco estaba preparada.Y es que a veces el marketing viral puede morirse de éxito. Como le ha sucedido a la Renfe francesa, la SNCF, que ofreció el pasado jueves billetes de tren a 5 euros, independientemente del trayecto. Una vez abierta la promoción, la web se cayó y no se volvió a levantar. Conclusión: sí al marketing viral, pero sin olvidar la tecnología que sostiene Internet. Si se lanza una campaña muy agresiva, hay que tener los sistemas preparados.
Yo creo que la gente está probando diversos «productos» en la antigua teoría de ensayo-error.
Algunas pueden arriesgarse a perder dinero pero quizás no a perder prestigio, y todavía (salvo algún gran experto) no existen estudios reales y serios sobre cómo se desarrollarán estas herramientas.
Cada día nos despertamos con noticias diferentes y a veces casi no hay tiempo de digerirlas (ver youtube y google).
Supongo que definitivamente surgirán más estudios de estas dinámicas pero que el internet no los convierta en obsoletos es cuestión de tiempo.
Si, yo pude comprobar de primera mano, como en el día de internet, se caían los servidores de Eroski, porque el ayuntamiento de Barakaldo puso una carpa donde regalaba 30 ? a la gente para comprar online en dichos supermercados. Fue un autentico desastre.
Los supermercados Caprabo, en la epoca de la primera burbuja, lanzaron su supermercado on-line con una super campaña en television a nivel nacional, los sistemas informatico aguantaron 2 horas la embestida, luego estuvieron caidos durante algunos dias.
Ademas, las campañas de television no se pueden paralizar de la noche a la mañana, los anuncios seguian saliendo porque estaban ya en parrilla, pesima la imagen que dio esa empresa que por otro mantuvo si buena imagen en el mundo offline.
Se trata de planificar correctamente y dimensionar los sistemas informaticos.
Algo parecido le paso al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, la semana pasada abrio a traves de su web la posibilidad de apuntarse a los sortes para las actividades ludico-deportivas que ofrece el consistorio y a las pocas horas el sistema cayo, ridiculo impresionante.
el problema de estas campañas es que muchas veces no se estudia convenientemente el impacto ni se realiza un análisis coste beneficio en condiciones. Sencillamente porque se considera que solo es una campaña de marketing, una cosita de nada que se encargaran los locos del departamento de al lado de hacer…
os imagináis la cara del responsable de negocio en cuestión que esta lanzando un producto nuevo xyz al que le llega el de marketing diciendole que el servidor no aguantará el éxito de la campaña??? jejejejeje
Feliz inicio de semana a tod@s!!
Si, creo que el artículo sobre los sistemas de El Mundo también reflejaba eso. Si algo iba a crear tal éxito que no se pudiera responder, lo mejor sería no ponerlo en producción.