Este artículo surge a raíz de uno reciente de Julen Iturbe sobre las bondades y las maldades del trabajo en red, en el sentido de emplear a trabajadores autónomos en momentos puntuales en que la demanda lo justifica. El mismo, como consultor independiente que es, incide en las ventajas de recurrir a profesionales que no suponen un coste fijo para las empresas. Incluso cree que su nómina (más bien, precio) ha subido en los últimos tiempos, ante la escasez de trabajadores autónomos que ofrezcan servicios en este régimen.Lo cierto es que todo el mundo coincide en señalar que el futuro nos depara un panorama de trabajadores distribuidos por el mundo que ofrecen sus servicios al mejor postor. Supuestamente, las empresas irán perdiendo tamaño y cada día subcontratarán más cosas en función de la demanda que tengan sus servicios en cada momento. Desde un punto de vista teórico, esto es posible ya con la ayuda de la informática y las telecomunicaciones, tanto como medio de trabajo como para crear mercados electrónicos que cuadren oferta y demanda.Esto es una verdad como una casa. The Wall Street Journal hablaba recientemente de un plan de Wal-Mart, la mayor cadena de hipermercados del mundo, para cruzar cada quince minutos el número de clientes presentes en sus establecimientos con el de personal (entre otros, cajeros y cajeras) para atenderles. Algo así como lo que debería estar haciendo Ikea, tal y como denunciaron los microsiervos hace un año.Hay muchas razones que justifican un sistema como éste:- Las grandes empresas funcionan mal internamente, porque su personal pierde mucho tiempo en labores burocráticas y políticas (es decir, ponerse zancadillas y vigilar lo que hacen los demás para subir en el escalafón). Por tanto, es más eficiente tener a los profesionales fuera de la empresa.- La informática y las telecomunicaciones ponen al alcance de cualquier pequeño profesional herramientas que antes sólo estaban disponibles para los empleados de grandes corporaciones.- Los mercados electrónicos y la logística del producto permiten saber en tiempo real qué se demanda e, incluso, con un poquito de business intelligence, prever qué va a ocurrir en los próximos minutos y días. Podríamos hablar largo y tendido de Zara, pero esto daría para todo un blog.Por si fuera poco, Iturbe cree que cada día hay más profesionales ‘quemados’ que prefieren tomar sus propias decisiones, aunque esto suponga menores ingresos. Sinceramente, creo que esto último no es cierto, al menos en España. La educación que hemos recibido (y la realidad que vivimos) nos arrastra hacia el funcionariado y el trabajo asalariado. Y es cierto: se vive mucho mejor como empleado por cuenta ajena que como autónomo o emprendedor. Ser emprendedor, al menos en España, es un martirio continuo, tanto económico como burocrático.Es cierto que hay sectores en los que autoemplearse está muy extendido. De memoria citaría a los traductores, a los periodistas y a todos los artistas en general. Pero esto es así no tanto por voluntad propia como por un exceso de oferta laboral que es aprovechada por las empresas para subcontratar a bajo precio y con pésimas condiciones. Todo ello unido a que los sindicatos suelen mirar hacia otro sitio en estos casos, porque se suele tratar de profesionales autónomos no afiliados.Por tanto, el trabajo en red, aunque teóricamente posible, se enfrenta a toda una serie de retos complejos de resolver:- Sindicales. Lo que Wal-Mart quiere hacer no va a gustar, sin duda, a los sindicatos. Creo que las leyes españolas actuales tampoco lo permitirían.- Sociales. La mentalidad occidental prima el consumo, las vacaciones y todo lo que eso lleva asociado. Es raro que se valore la autorrealización en el trabajo, un concepto que va muy unido al emprendizaje.- Técnicos. Una cosa es que una empresa pueda optimizar sus costes casando demanda con masa laboral en tiempo real y otra es que le convenga hacerlo. Y es que las gestiones que esto supone en la práctica son bastante considerables. Sin ir más lejos, hay que buscar gente, hay que formarla y hay que negociar con ella en cada caso. Estos son los famosos costes de transacción, que en muchos casos son más importantes que los ahorros que supone casar empleados y demanda.Por todo ello, me temo que el trabajo en red va a seguir siendo un escenario difícil de alcanzar. Se llegará a él, eso sí, en el mundo de la consultoría y en trabajos que requieran destrezas muy difíciles de conseguir, como el futbolístico, por cierto. Pero en general, mucho me temo que un empleado normal seguirá prefiriendo un contrato, a poder ser fijo, que le dé estabilidad y le permita pedir un préstamos hipotecario a 50 años.
Para que las estructuras de red funcionen como es debido debe existir una oferta suficiente de pequeños especialistas (autónomos o pymes).
Las estructuras de red tienen más sentido en mercados globales (internacionales). Si no encuentras lo que buscas en un país seguro que hay en otro.
A pequeña escala… pues no sé. Siempre puede que necesites algo que el mercado (por pequeño) no puede darte en ese momento o al revés. Tratar de transponer la idea de la empresa-red a entornos relativamente pequeños (País Vasco o el España) me parece, como poco, arriesgado.
Creo que hay un par de cosas con las que discrepo claramente, Jose.
La primera tiene que ver con lo de que «todo el mundo coincide en señalar que el futuro nos depara un panorama de trabajadores distribuidos por el mundo que ofrecen sus servicios al mejor postor». Ese sigue siendo el mismo perro con distinto collar. Eso no es darle la vuelta a la tortilla. En este nuevo planteamiento, las relaciones entre el proveedor y el cliente se modifican. No podemos hablar de una cambio sólo en las formas, también está cambiando el fondo de cómo opera el mercado.
En segundo lugar, no comparto tu visión tan negativa acerca de la imagen social y de la vida real del emprendedor. Más bien al revés, yo tengo la sensación de que mucha gente te idealiza y ve en ti lo que querrían hacer pero no se atreven.
El problema puede venir por la actitud de las empresas utilizando la figura del «autónomo» para incrementar sus márgenes, ante la cada vez mayor presión en costes. Esta creo que es la tentación, por lo que la defensa sindical va a resultar comprensible. Por otro lado, el modelo parece aplicable a quienes tenemos una cierta red social de apoyo, pero resulta mucho más complicado para quienes están empezando. Parece lógico pensar que los modelos convivan. Lo que sí es evidente es que hoy disponemos de nuevas posibilidades de trabajo en red, mucho mejores que las que teníamos hace sólo unos pocos años.