Hace poco nos enteramos de que una avería eléctrica en un servidor de San Francisco paralizó media Web 2.0. Ayer se fue la luz en Barakaldo y Alianzo fue uno de los afectados. No quiero ni pensar lo que habría ocurrido si estuviéramos en Barcelona. Y cuando uno se va de viaje, la electricidad se convierte en la principal limitación para poder trabajar en movimiento. Es preciso recargar las baterías, como muestra esta foto tomada recientemente con mi portátil en uno de los solicitadísimos enchufes de un determinado aeropuerto.

Por cierto, a mí al principio me daba vergüenza eso de sacar el cable del cargador y conectarlo a un enchufe "público" del aeropuerto. Sin embargo, cada vez lo hago con más tranquilidad, porque veo que no soy el único y al fin y al cabo no deja de ser un servicio más que te prestan y por el que pagas (las famosas tasas de los billetes de avión). En cualquier caso, creo que hay mucho negocio para el que quiera industrializar la recarga de baterías. Se podrían poner cargadores en todos aquellos sitios en los que vayamos a pasar más de un cuarto de horas: cafeterías, salas de espera, en las propias cabinas de los aviones o, incluso, en bancos de los parques.

Lo que espero y deseo es que se hagan realidad todos esos proyectos en los que trabajan actualmente los científicos, como por ejemplo: la manivela de autorecarga del OLPC, las placas solares o el cargador por calor humano. Mientras tanto, la próxima vez que compre un portátil creo que la duración de la batería será casi tan importante como el tamaño del equipo.