Me ha gustado mucho la entrada de Julio Alonso con sus métodos para ahorrar tiempo. También es muy recomendable el comentario que hace el consultor anónimo sobre la necesidad de comprender que no se puede caer bien a todo el mundo. Lo más complicado de lo que plantea Julio es el punto 4 ("delegar"). ¿Por qué? Porque eso requiere tener personas de confianza y fundamentalmente socios o semi-socios (familiares, etc).
Considero que en España es muy difícil encontrar profesionales en los/las que delegar grandes responsabilidades dentro de una startup, porque los sueldos son los que son y el riesgo es importante. Un profesional con larga trayectoria y valía no se cambia fácilmente a una startup. El riesgo que supone (que la empresa se esfume) no es algo que se asuma en este país. Lamentablemente. Por eso, no queda más remedio que recurrir a otros emprendedores. Es decir, a socios. Y esto es realmente complejo, salvo que se haga desde el principio, como ocurre con Antonio Ortiz y Julio Alonso.
En lo que al mail se refiere, estoy plenamente de acuerdo con Julio en que se lleva gran parte de nuestro tiempo y eso resulta poco eficiente. Eso sí, yo difiero en la forma de gestionarlo. En lugar de utilizar filtros, yo utilizo dos cuentas de correo. Es como si tuviera dos identidades: una profesional y que sólo conocen las personas con las que trato habitualmente y otra para el resto de temas. Esta última sólo la reviso una vez al día y a veces ni eso. También empleo Gmail.
Y reconozco que yo no me lo pienso mucho antes de tirar un mensaje. En cuanto veo que va a requerir más de 30 segundos de mi tiempo y que no suena muy interesante, lo borro. Eso sí, a la gente que conozco o que muestra interés de verdad, siempre le contesto. Para mí el email es como una conversación: a la gente que viene con educación a contarme cosas interesantes, la atiendo con el mayor entusiasmo posible. A la que viene sólo a contarme su rollo sin haberse esforzado previamente en saber qué me puede interesar, ni la contesto.
hola Jose A.
hombre también está la fórmula del coworking, que no es delegar sino colaborar, y no lleva intrínseco el formato «socios económicos» aunque si puede hacerse en pequeñas
participaciones y bajo contratos privados entre las partes, en esto trabajamos ahora en Garage30. Averiguar evolucionar el modelo de garage que llevamos esforzando y conseguir hacer ver que el compartir y colaborar es de lo más interesante. Se hace desde hace mucho tiempo lo que pasa que a las empresas como que les da miedo contar estos secretillos.
Lo más normal del coworking es que no haya dinero de por medio, y sin apenas recursos vaya adelante.
un saludo