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Las redes sociales son un pésimo negocio

Así comienza un reportaje del Technology Review del MIT (requiere registro gratuito), en el que se dan algunos datos tan interesantes como que ya hay 20.000 redes sociales en Internet, que Facebook podría perder este año la friolera de 150 millones dólares y que las redes sociales son a día de hoy la actividad que más crece dentro de la Web 2.0. El artículo habla especialmente de Facebook y de MySpace, como redes sociales en funcionamiento, y de Ning y KickApps como herramientas para generarlas (lo que hacemos en Alianzo).

  

Interesantes también las comparativas que se realizan entre el precio de la publicidad en un blog y en una red social:
– CPM (coste por mil impresiones) en Mashable: entre 7 y 33 dólares, dependiendo del tamaño)
– CPM en MySpace: menos de 2 dólares
– CPM en Technology Review: 70 dólares

Y a pesar de todo, los anunciantes siguen sin estar muy interesados en MySpace. El problema es el de siempre: los usuarios más fieles son los que menos se interesan por la publicidad y los que menos pinchan en los banners. Por tanto, comercialmente son los menos interesantes. Al menos, mientras sigamos con el mismo modelo de publicidad online, que premia al blog repleto de paracaidistas (internautas que aterrizan en una web tras una búsqueda en Google) que desaparecen rápidamente y castiga a la red social con usuarios más fieles.

En este sentido, se aporta un dato realmente apabullante sobre el porcentaje de personas que pinchan en los anuncios (clickthrough) en Google y en Facebook:
– Clickthrough en anuncios en Google: 2%
– Clickthrough en anuncios en Facebook: 0,04%

Pero este modelo no es sostenible. El marketing debe ir mucho más allá de la simple búsqueda de la persona que en un momento determinado está interesada en un producto o servicio. Es algo a mucho más largo plazo. Para convencer a alguien de que consuma una marca, hay que trabajar con una perspectiva de años. Y eso pasa por usar redes sociales, que disponen de mucha información sobre sus usuarios y donde es fácil personalizar anuncios y adaptarlos al patrón (y expectativas) de consumo de cada persona. Pero ahí entramos en un nuevo reto: la privacidad de los datos.