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Los medios tradicionales siguen siendo más influyentes que los medios sociales

Hay una enorme contradicción en el boom de los social media. No paran de crecer y no se para de hablar de fenómenos como Twitter, el periodismo ciudadano, el crowdsourcing o la inteligencia colectiva. Y sin embargo, los que realmente determinan la agenda política y económica son los medios tradicionales, la prensa y la radio de toda la vida. ¿Qué ocurre?

Julio Alonso tiene una teoría: «Los medios impresos generan opinión pública, ¿o generan la opinión pública que interesa a los políticos?» Razón no le falta. Por mucho que se apunten a las redes sociales, por razones fundamentalmente comerciales, lo cierto es que son los primeros que dan mucho más valor a un artículo de prensa que a uno de blog.
A mi juicio, la psicología juega un papel fundamental, acentuado por lo fácil que es escribir en Internet y la consiguiente eclosión de medios digitales que se ha producido. Hay mucha producción informativa y de pensamiento en la Red, mientras la que se edita en papel, generalmente más meditada y de mayor calidad, se mantiene en la misma cuantía.
Nuestra psique asocia, por tanto, papel con reflexión e incluso con inversión. Sin embargo, lo digital parece tener más relación con friquismo y con ligereza. Y eso al final reduce el valor de lo que se produce online, incluido lo social, y amplía el de lo tradicional. Es una generalización. Pero es lo que está ocurriendo, tanto en España como en el resto del mundo.
Y lo curioso de este fenómeno es que la percepción de calidad se extiende del medio tradicional a sus ediciones online. Los periódicos, por ejemplo, tienen la misma credibilidad para lo que publican en Internet que para lo que editan en papel. Esto quiere decir que para lograr cierto éxito, medido en forma de lectores fieles, es necesario estar en ambos medios: el tradicional y el online.
Valga el ejemplo de The Guardian o del New York Times. Ambos periódicos, que no están pasando precisamente por sus mejores momentos a nivel económico, están triunfando en Facebook. Sus aplicaciones sociales consiguen millones de instalaciones, gracias a que la marca del papel empuja a la online.
Por cierto, que estas aplicaciones, posibles gracias al nuevo protocolo Open Graph de Facebook, permiten sacar partido real a la red social. Se acabó por tanto eso de abrir páginas para generar supuestas comunidades de fans. El nuevo TimeLine de Facebook está diseñado para premiar a los medios de comunicación, capaces de captar mayor número de interacciones, en perjuicio de las marcas que no son capaces de generar constantemente eventos y noticias.
Otro caso de éxito es el del Economist, que en el primer semestre de 2011 volvió a crecer en beneficios e ingresos, gracias fundamentalmente a su facturación por Internet. No hay que olvidar que su edición online tiene más de 100.000 suscriptores de pago, que se suman a los 300.000 que tiene en papel. El futuro es, por tanto, para los que sepan conseguir liderazgo en ambos mundos.
Por todo ello, no acabo de creerme que los medios offline vayan a cerrar sus ediciones de papel. No les conviene. A no ser que no les quede otro remedio, claro está. Y por la misma razón, porque el prestigio del papel sigue siendo muy elevado, los políticos irán introduciendo medidas de ayuda para mantener estos medios. Hasta ahora lo hacían a través de la publicidad institucional y progresivamente irán creando subvenciones específicas y directas que compensen la caída de la publicidad.