No recuerdo haber visto nunca hablar de A Small World en los medios de comunicación españoles. Hasta hoy. La he visto mencionada en El Confidencial, donde la describen como una red «de gente afín, pija y muy elitista» que al parecer utilizaba la ex novia de Jordi Pujol Ferrusola, el hijo del ex presidente de la Generalitat de Cataluña, para chatear con personas poderosas.
Creo que la definición es muy buena: es una especie de club privado en el que tienes la garantía de que solo hay usuarios de alto postín. El sitio ideal, por tanto, para entablar relaciones, sean comerciales o amorosas, con los poderosos y la clase social pudiente. Por tanto, una mezcla entre Facebook y Linkedin pero con acceso restringido.
Y no es que haya que pagar para entrar o tener muchos seguidores en Twitter, sino que es preciso recibir una invitación de alguien que ya esté dentro. Es como una fiesta de esas de la jet set que suelen salir en ciertas revistas y programas del corazón. Hay que recordar que las principales redes sociales empezaron precisamente de esta misma manera: solo se podía ser miembro si otro te sugería previamente. Fue el caso de Facebook o de Pinterest y también de Tuenti.
Eso permitía que los miembros fueran personas reales y garantizaba una cierta vinculación con la web. Con el tiempo, cuando llega la masificación, es una restricción que todas las redes terminan eliminando. Salvo A Small World, que ha convertido a la invitación precisamente en su seña de identidad.
Y es que es tan complicado ser miembro que solo el 20% de los usuarios tienen la facultad de «invitar». Además, hay que justificar cada una de ellas de forma pormenorizada. Digamos que los miembros no se pavonean externamente de estar dentro pero sí que lo hacen internamente. Es como una especie de Twitter en el que todo el mundo tiene su perfil cerrado.
¿Es un buen negocio? No lo sé. Pero evidentemente sus miembros son personas de alto poder adquisitivo, objetivo principal de las marcas, hoteles y restaurantes de lujo. Pero tampoco le ha ido tan bien como podríamos suponer. Probablemente porque ni se sabe el número de miembros que tiene (las cifras semi-oficiales rondan entre los 300.000 y los 700.000), lo que no deja de ser un problema a la hora de monetizarla. Su tráfico está cayendo, según Alexa.
Me temo que las invitaciones son tan escasas que mucha gente que realmente debería estar dentro no lo está. Además, las relaciones de la jet set se suelen establecer más bien en el mundo real. Por otra parte, las redes sociales creadas por las escuelas de negocio (Asmall World estaba vinculada indirectamente al Insead francés) están funcionando relativamente bien. En 2010 TechCrunch ya describió a Asmall World como una red renqueante.
A nivel empresarial, hay que recordar que la firma propietaria de Asmall World hasta 2009 vendió sus acciones con pérdidas. Actualmente, su principal socio es el suizo Patrick Liotard-Vogt, miembro del consejo de administración de Diner’s Club y descendiente del fundador de Netlé.