Una de las ventajas de ser autónomo es que no me tengo que preocupar constantemente de lo que pensará el jefe si hago tal o cual cosa. Esto es especialmente cierto a la hora de bloguear. Y por eso mismo creo que hay tantos bloggers anónimos que hablan de temas profesionales, para evitar el ‘¿qué pensará el jefe?’.El problema es absolutamente nuevo y deriva de lo novedoso del fenómeno. La mayor parte de las empresas, con la salvedad de Microsoft, IBM y algunas pocas más, todavía no se han planteado si es bueno que sus empleados blogueen. Los expertos en ‘gestión del conocimiento’ dicen que sí, aunque es lógico pensar que esto sólo es así en el caso de trabajadores que manejan conocimiento.Una vez tomada la decisión, la segunda fase es la preparación de una ‘blogging policy’, traducible como ‘normas de blogueo’. Es decir, cuánto, cómo y dónde pueden bloguear los empleados de la empresa. Circulan por la Red varios ejemplos de estas normas y todas incluyen los típicos consejos respecto a los enlaces, directrices sobre los comentarios y, sobre todo, muchos disclaimers (exoneraciones de responsabilidad respecto de lo que haga el blogger).La verdad es que todo esto recuerda mucho a lo que ocurrió con el e-mail. Se trata de una herramienta muy útil, especialmente a la hora de ahorrar reuniones, pero que puede plantear problemas de productividad cuando no se hace un uso correcto de ella, normalmente porque la empresa tampoco ha establecido claramente lo que se puede y no se debe hacer. Luego vienen los abusos y, finalmente, los despidos y las correspondientes demandas. No será por no estar avisados…