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Los primeros resultados de la participación ciudadana

Dentro de poco hará un año que se puso en marcha la plataforma de participación ciudadana del Parlamento Vasco, sin duda el proyecto más avanzado de este tipo que se ha implantado en España y uno de los más destacados del mundo, tal y como ha reconocido recientemente el Foro de Issy (Francia). Básicamente, este sistema permite que cualquier ciudadana plantee preguntas y haga propuestas que son después contestadas o recogidas por los grupos políticos. ¿Pero funciona?

  

Es verdad que la Política 2.0 es, en teoría, mucho más rica, pero que el pasotismo generalizado de nuestra sociedad hace que todas las herramientas terminen siendo escasamente útiles. La ciudadanía ha interiorizado que ese mundo de partidos e instituciones es algo muy lejano y que "no va con ella". Muchas personas viven al margen de la política, aunque la sufren y sólo recurren a ella para quejarse en una conversación y especialmente para criticar a sus protagonistas, los políticos.

Las elecciones se han convertido en grandes campañas comerciales en las que se vende un producto con un nombre y un reclamo publicitario. Y esto no es bueno ni mucho menos democrático. La Política 2.0 debería cambiar todo esto, convirtiendo a cada ciudadano no sólo en sujeto pasivo sino también en activo de las decisiones públicas. Pero todo está muy verde y hay poca gente dispuesta a cambiarlo. Caminamos demasiado lentamente hacia la Política 2.0.

Por eso soy un entusiasta de las plataformas de participación ciudadana. Es verdad que se usan poco, pero son un primer paso fundamental, siempre que exista un compromiso por parte de la clase política de emplearlas y darles la relevancia que se merece. Así ha sucedido en el Parlamento Vasco. Por una parte, los funcionarios de la entidad se mostraron entusiastas a la hora de aplicar este tipo de Política 2.0. Por otra parte, los políticos se mostraron dispuestos a atender las iniciativas ciudadanas.

Y ya estamos viendo los primeros resultados. Uno de los más interesantes es una propuesta lanzada por un estudiante al que no le agradaba que cualquiera pudiera ver sus notas en los tablones de la universidad. Así que se conectó a Internet y pidió a los partidos que regularan su derecho al anonimato. Y le han escuchado. El PP llevó el tema al Parlamento y todas las fuerzas políticas se han puesto de acuerdo para pedir a la Universidad que obligue a no publicar nombres y apellidos en los tablones de anuncios. Y el estudiante está agradecido, aunque todavía se muestra escéptico.

Puede parecer un hecho anecdótico, pero es sin duda una evidencia de cómo se puede hacer política de otra forma más cercana a las verdaderas inquietudes de los ciudadanos. Sólo generalizando herramientas de este tipo y acercando la Administración a las redes sociales podremos ir poniendo las bases de una auténtica Política 2.0.

Aviso: Alianzo ha desarrollado la plataforma de participación ciudadana del Parlamento Vasco junto a Europa Press.net