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Crowdsourcing contra rigidez laboral

Despedir es posible, pero caro. De ahí que muchas empresas no prescindan de su personal hasta después de declarada la suspensión de pagos, cuando pueden hacerlo a un coste inferior. Sin embargo, deshacerse de un freelance o del colaborador de un blog es tan fácil como mandarle un e-mail. Es decir, un auténtico reto para los defensores de los derechos de los trabajadores.

  

Lo cierto es que la nueva economía basada en redes de freelances, en el crowdsourcing, tiene muchos riesgos: el que no trabaja, no cobra. Sea porque no le apetece o porque se ha puesto enfermo. Además, la disponibilidad de Seguridad Social depende de sí mismo, con lo que una gran parte de estos colaboradores no cuentan con ninguna protección. Dicho de otra forma: las empresas que sí pagan la Seguridad Social de sus empleados están financiando la existencia de las que han creado redes de freelance.

Todo esto que estoy contando no es ficción. El recurso a colaboradores sin contrato laboral, a mercenarios de las ideas, es cada vez más frecuente. No es sólo el caso de las redes de blogs. También el modelo Innocentive de "subcontratación" de ideas provenientes de científicos externos está basada en las redes y, por tanto, en la mano de obra que sólo cobra si hay resultados. En estas subastas de mano de obra sólo ingresa el que se hace con el contrato. El resto aportan sus ideas pero se quedan sin nada.

Desde el punto de vista empresarial, es la situación ideal: tienes un montón de gente dispuesta a trabajar para ti y que sólo cobra cuando hace algo. Desde el punto de vista del trabajador, las cosas cambian. Si sólo cobras si hay resultados (caso Innocentive o blogs en los que los ingresos dependen de la audiencia), el riesgo es enorme.

De hecho, el tradicional riesgo del empresario parece que se traslada a la mano de obra, algo insólito y que debería hacernos reflexionar seriamente. Es cierto que tanto inventores como blogueros se consideran artistas y, por tanto, su motivación no es tanto económica como de prestigio. Las dos partes, empresario y trabajador, quedan satisfechas si el negocio prospera. Si no, ya habría habido problemas, especialmente cuando los ingresos eran bajos.

Esto significa también otra cosa: que no podemos construir un modelo económico basándonos en la experiencia de los freelance. Su motivación no tiene nada que ver con la del trabajador tradicional, que normalmente curra para comer. Por tanto, esto no son modelos de Empresa 2.0. En realidad son ejemplos de cómo hacer negocio en una época en que mucha gente está satisfecha económicamente y busca algo más. Pero no tienen nada que ver con un cambio en las relaciones laborales ni en la importancia de dar mayor transparencia a la gestión empresarial.