Es una pena que en España no tengamos un equivalente a Wired, aunque sí disponemos de nuestro Digg, el Menéame. Lo digo porque en EE.UU. están viviendo un espectáculo digno de un "Aquí hay tomate" digital. Todo empezó cuando un periodista de Wired consiguió "colar" una noticia en la portada de Digg con el fin de publicar su "metodología", que no es otra que pagar a una agencia especializada.

La empresa subcontratada se encargó de comprar votos con el fin de que la información, que era muy pobre, alcanzara la home de Digg. Y lo consiguió. Su artículo relatando todo el proceso tiene ahora miles de comentarios. Y la blogosfera, encabezada por Michael Arrington, no ha tardado en ponerse del lado de Digg y de acusar a Wired de manipulación, ya que su propietario es el mismo que controla Reddit, competencia de Digg.

En cualquier caso e independientemente del caso concreto, lo cierto es que las herramientas de filtrado social de contenidos tienen muchos retos por delante. Pero no menos que un equipo editorial de un medio convencional, sujeto siempre a todo tipo de presiones de anunciantes, agencias y propietarios.

Siempro defiendo, además, la teoría de que Digg o Menéame sí tienen consejos editoriales, aunque están menos visibles y no tengan constitución formal. Al igual que la Wikipedia tiene a sus wikipedistas, en Menéame hay un grupo de gente muy activa que vigila todo lo que ocurre y, si detectan algo incorrecto, lo censuran.

En el caso del periodista de Wired, finalmente uno de estos "diggers" se dio cuenta de que la noticia no se merecía la portada y la rebajó. Aunque esto tiene mucho peligro, claro está. Por ejemplo, los "editorialistas" de Menéame son voluntarios que no cobran y que se autoseleccionan en función de su participación. El peligro de que entre ellos figuren en el futuro algunas agencias de comunicación es real. ¿Cómo evitarlo? Sólo cabrá profesionalizar esta labor.

También han hablado de este tema Ismael el-Qudsi y Eduardo Arcos