Si yo fuera el Real Madrid, no habría despedido a su community manager por decir en Twitter que habría que exterminar a los sindicatos y conquistar el País Vasco. Pero también es cierto que yo tampoco habría escrito esas cosas en público, por muy tentado que estuviera de llamar la atención vía tweets.

Pero las dos cosas han ocurrido: el despido y los mensajes en Twitter. Lo que viene a demostrar que nos han puesto delante una poderosa herramienta sin enseñarnos a usarla. Ni Pedro Duarte, el community manager despedido, estaba preparado para escribir en público con total alegría ni el Real Madrid ha sabido atajar el escándalo generado.
Al fin y al cabo, como ya he dicho más de una vez, Twitter es un juego en el que se compite por captar la atención de los demás. Y decir barbaridades es la vía más rápida para recopilar seguidores (followers), así que no es extraño que en esta red social haya tantos radicales, al menos en apariencia. Duarte era uno más.
Con un matiz importante: trabaja para una gran entidad, el Real Madrid, que cree que su reputación no permite este tipo de errores. Así que, en cuanto se han enterado, le han puesto de patitas en la calle. Una solución exagerada para un problema que se habría resuelto mucho mejor con un simple perdón al mejor estilo borbónico. De hecho, Duarte ya se había disculpado «por sus comentarios desafortunados».